La vitamina C se llama tambien ácido ascórbico. Tiene muchas funciones importantes en nuestro cuerpo.
En primer lugar, reduce la duración de la infección del tracto respiratorio, activa el sistema inmune. Facilita la cicatrización de heridas, infecciones, también inhibe la aparición de moretones y sangrado. Garantiza el buen funcionamiento del sistema circulatorio y el corazón, baja la presión arterial y los niveles de colesterol.
La vitamina C protege a la aterosclerosis y las lesiones tumorales como el cáncer: gástrico, cavidad oral, esófago, pulmón, hígado, cuello del útero y el ano. También protege la piel contra los efectos nocivos del sol y el envejecimiento prematuro. También participa en la producción de hormonas que combaten el estrés. Mejora nuestra condición mental y física. Facilita la concentración y el sueño fuerte. Inhibe el dolor convulsiones y depresión.
La ingesta diaria recomendada de vitamina C es de 45 a 90 mg.
Las fuentes de vitamina C son las frutas y hortalizas sobre todo: cítricos, kiwi, melón, piña, grosellas, fresas, arándanos, frambuesas, moras, manzanas, tomates.
El efecto de la deficiencia es el sangrado escorbuto, frecuentes sangrados, de larga curación de las heridas, dolores de musculares y articulaciones, infecciones frecuentes, depresión, hipertiroidismo, alteraciones neurológicas.
La vitamina C no es tóxico para nuestro cuerpo, pero su exceso puede causar náuseas, diarrea, erupciones en la piel, la formación de cálculos renales. Su consumo excesivo durante el embarazo puede ser perjudicial para el feto.
Esta vitamina es necesaria para las personas que hacen los deportes.